Esta noche las estrellas se ahogan en las lágrimas de mis ojos, iracunda marea de dolor e impotencia, que mana desde lo más profundo de mi alma. No puedo contenerla, soy demasiado débil.
No es todo lo que hay a mi alrededor lo que se desmorona. Soy yo. No sé como he tardado tanto tiempo en darme cuenta. No puedo controlarlo todo, no soy capaz de controlar nada.
Los sentimientos se me escapan entre los dedos como arena fina, para ser arrastrados por el viento, frío y cruel, más allá de mi alcance.
El cristal, como aquel que cuida de mi seguridad, me recuerda lo frágil que soy, amalgama de deseos imposibles y verdades que quisiera poder olvidar, de materia endeble y mente vulnerable, pasajero onírico de profesión.
La noche, oscura, plata engastada en azabache, me hunde en la soledad, me desquicia, me vence. La llegada del sol no me reconforta, dios ictérico de la vida que parece burlarse de mí con su brillante sonrisa.
Esta noche la almohada enjugará el mar.
E.S.S.E.E.C.
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12/3/08
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