Llueve sobre mojado

Amanecer.
Fría mañana.
El reflejo de un alma en pedazos, como escarcha bajo mis pies, me mira a los ojos. La pálida luz del sol se filtra a través de la persiana, devolviéndome a la fatalidad de la realidad que me rodea.
De nuevo esta sensación.
Quiero salir de la habitación, pero no puedo, y cuando caigo sentado en la cama, las lágrimas vuelven a brotar sin control alguno y todo se nubla a mi alrededor. La respiración se vuelve complicada y dolorosa, y el estómago parece querer regurgitar todo lo que siento, pero solo se queda en eso. Vacío.
No puedo mirar a ningún sitio, todo son recuerdos como cuchillas...
Cuando me icorporo, un pequeño mareo me recuerda el tiempo que llevo sin comer.
Al abrir la puerta, la diferencia de temperatura golpea mi pecho. Recorro el pasillo hasta el baño, enciendo la suave luz del reparador y me miro al espejo. No sé si me doy asco o pena. Enjuago mi cara y los enrojecidos ojos con agua helada.
El rostro sigue siendo el mismo.
Abro la cajita y arranco del blister una de esas pastillas que me harán sentir mejor... no estoy seguro de que funcionen.
Comienza un nuevo día.


E.S.S.E.E.C.
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