23/5/08

La luna y yo.

La noche era muy clara, las ramas de los árboles apenas se movían, y la luna coronaba el cielo majestuosa y elegante. Caminaba cabizbajo, sumido en su mundo, cuando un brillo en el lago le llamó la atención. Levantó la cabeza y allí la vio, increíblemente resplandeciente, pálida, hermosa, su brillo parecía hipnotizarlo. Decidió que debería ser suya.
Buscó un árbol, el más cercano, y trepó por él hasta la copa, estiró el brazo e intentó cogerla. ¡Este árbol es demasiado bajo! Necesito uno más alto. Bajó rápidamente del árbol y localizó uno mucho más alto a unas decenas de metros de ese. ¡Éste me valdrá! Comenzó a escalar. Ella parecía observarle de soslayo, como quien no hacía caso de lo que intentaba aquel pobre loco. Alcanzó como pudo la rama más alta y estiró el brazo de nuevo ¡Serás mía esta vez! Pero por mucho que lo intentó, ella parecía burlarse de él, y siempre mantenía las distancias. ¡No puede ser!, Tengo que hacer que sea mía... Bajó del segundo árbol, no con menos trabajo que la anterior vez y buscó otro. Deambuló por el bosque nocturno hasta que encontró el que buscaba. Aquel árbol era increíblemente alto, inmenso, aterradoramente enorme. Reunió todas sus fuerzas y comenzó a escalar lentamente. Avanzaba despacio, pero sin descanso. Cuando alcanzó la mitad del tronco miró abajo y se asustó viendo todo lo que había recorrido ya. Miró arriba y la vio escondida entre las ramas. ¡Ésta vez conseguiré alcanzarte! Sonrió, estaba más cerca que nunca. Ya no le costaba nada escalar, parecía tan simple como caminar sobre algodones.
Apartó las hojas de su cara, estaba en la rama más alta, del arbol más alto. Alzó su brazo una vez más y no pudo alcanzarla tampoco esta vez, y la rama en la que se apoyaba, fina y quisquillosa, decidió partirse.
Cayó, cayó mucho más rápido de lo que había podido escalar. La vió alejarse irremediablemente, ocultándose entre las hojas de las copas.
Seguramente hubiese un árbol más grande y fuerte que este... Pensó


E.S.S.E.E.C.
________________________________________________

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Jo, pobre...! ¿Por qué tuviste que matarlo? que puta la luna...

MisisPinkman dijo...

Ah, ¿pero murió? Yo pensé que sólo se habia dado una ostia...

Ederon Körst dijo...

Murió, murió, y bien muerto quedó. Lo maté porque me hacía falta... Yo lo creé... yo le siego la vida.

Faye Mayfair dijo...

y yo se la devuelvo....

Ederon Körst dijo...

¿Sabes que unas de las primeras leyes de la Alquimia es, que para transmutar algo, debes dar a cambio algo de su mismo valor?... ¿Qué sacrificarás para devolverle la vida? JAJAJAJA!!! Estoy ebrio de poder...

Faye Mayfair dijo...

el dios de dioses no necesita el intercambio equivalente

Ederon Körst dijo...

No, es cierto que yo no lo necesito, pero ehumano de a pie, el simple mortal, sí.
Lo siento, pero todavía hay clases.

Faye Mayfair dijo...

cuando un dios ama a un humano simple de a pie, este se convierte inminentemente en mas que un dios, en alguien con poder sobe dioses,un dios de dioses, que viviendo toda la belleza humana mortal tiene covetura sobrenatural